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lunes, 7 de noviembre de 2016

El Naufrago

Un día de verano Carlos y Andrés salieron a navegar por aguas misteriosas hasta que llegaron a una zona inhabitada. En ese momento su brújula dejó de funcionar y se encontraron perdidos en medio del océano. Al cabo de cinco días descubrieron una pequeña isla situada en el océano atlántico cerca del triángulo de las bermudas. Al quinto día se encontraron con una fuerte tormenta en la cual fueron perseguidos por un gran tiburón. La persecución de este les hizo encallar en la pequeña isla para quedar a salvo.  Pero al llegar a la isla, Carlos vio a su compañero Andrés gravemente herido a causa de un mordisco del tiburón.
Tras unos largos días de lucha, Andrés no consiguió sobrevivir, debido a una hemorragia muy fuerte.
Carlos se encuentra ante una situación complicada  ya que está solo en isla y decide ir a la civilización en busca de comida. Mientras indagaba perdido por los caminos de la selva de esta pequeña isla, de repente, cayó en la trampa de una tribu nativa. Abrió los ojos y a su alrededor le miraban sorprendidos de cómo había podido entrar en la isla después de la incidencia del tiburón. Carlos, al entrar en consciencia, pide ayuda a la tribu para volver a casa porque se ha visto perdido y sin recursos ya que su barca está destrozada y su compañero de aventura Andrés han fallecido.
La tribu ve al tiburón como un dios maligno y siguiendo sus tradiciones ancestrales, hacen un ritual en el cual le quitan la mandíbula al tiburón y queman todos sus dientes. Esto lo hacen porque a la tribu no les gusta que el tiburón mate a la gente con sus dientes.
Esa misma noche hicieron un plan para efectuar su tradición y así poder matar al tiburón y quemar su mandíbula.
Al día siguiente la tribu y Carlos utilizaron a Andrés como cebo para la atracción del tiburón y así conseguir matarle para llevar a cabo su ritual. Cuando el tiburón llegó a la trampa, de inmediato le tiraron piedras y lanzas para acabar con su vida. Tras haber acabado con el tiburón, como cuenta la tradición de la tribu, quemaron su mandíbula y se quedaron con el cuerpo como signo de venganza para usarlo de alimento.
Días después, la tribu ayudó a Carlos a reconstruir la barca para que pudiera volver en condiciones a su casa. Pero la reconstrucción de esta barca supuso mucho trabajo y más de siete días para ello. Además,  la comunicación entre ellos era complicada ya que no hablaban el mismo idioma que Carlos.  

Un día antes de la vuelta a casa de Carlos, prepararon todos juntos una gran celebración con un banquete a orillas del mar. El plato principal fue un caldo de tiburón en honor al fallecido Andrés, el segundo plato eran caracoles  acompañados con agua de coco, y el postre final constituía una amplia bandeja de frutas tropicales autóctonas de la isla.

Llegó el día en el que Carlos tenía que retomar rumbo a su casa. Y por lo tanto, cogió su barca que estaba anclada en la orilla de la playa y empezó a remar a mar abierto. Después de unas horas navegando, se encontró con un gran remolino que lo arrastró hacia el interior de él. Así pues, el último pensamiento que tuvo Carlos fue que se encontraba en el triángulo de las bermudas.

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